Estoy ahora leyendo el libro del filósofo Russell "La conquista de la felicidad" y me encuentro con, al menos un par de cosas que me llaman la atención. La primera es que decidió ser feliz a los cinco años. Esta decisión la tomó en base a que después de reflexionar un poco sobre ello tuvo un pequeño insight de que si la vida era tediosa todavía le quedaba trecho. De hecho, sólo había vivido una catorceava parte de su vida suponiendo que viviera 70 añitos. Menos mal que tomó esa decisión porque el hombre aguanto como un campeón 98 de los mejores.
Pues bien. En la parte que habla del aburrimiento, sorprende la siguiente afirmación: los niños tienen que aprender a aburrirse, el teatro o cualquier distracción tiene que ser esporádica ya que luego de mayores pasarán muchos ratos de aburrimiento y así ya estarán acostumbrados. El aburrimiento es parte de la vida y cuanto antes se asimile mejor.
Esto lleva miga, y mucha. Aunque suena polémico, no suena mal, incluso me gusta. La sobrestimulación a la que estamos expuestos anula nuestra creatividad, entre otras cosas porque no deja tiempo para pensar. Nos privamos de esos espacios en blanco para producir, para crear desde la nada, desde el aburrimiento. No es la primera noticia que tengo, pero sí la primera vez que alguien lo dice tan claro.
Supongo que la conclusión es esta: no temamos al aburrimiento, disfrutémoslo, quizá es la clave que nos hace falta para hacernos pensar.
martes, 4 de diciembre de 2007
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